n los fríos océanos del hemisferio sur, donde las temperaturas del agua pueden descender por debajo de los 10°C, existen organismos que han desarrollado capacidades únicas para sobrevivir. Entre ellos se encuentran los virus gigantes, un grupo diverso de virus de gran tamaño que infectan a organismos eucariotas y que, a pesar de su nombre, sólo son visibles bajo un microscopio. Un estudio reciente publicado en la revista The ISME Journal, y parte del trabajo de tesis doctoral de la joven investigadora Marianne Buscaglia, bajo la tutoría de la Investigadora Beatriz Díez de la Universidad Católica, ha arrojado luz sobre la diversidad y cómo estos virus han adaptado su genoma para prosperar en ambientes marinos de bajas temperaturas.
El estudio, identificó y analizó los genomas de virus gigantes marinos pertenecientes a los grupos Nucleocytoviricota y Mirusviricota. Estos virus fueron recolectados en los fiordos de la Patagonia Chilena y en aguas del Océano Antártico. Al comparar estos datos con los virus de regiones árticas, los investigadores encontraron que los virus de la Antártida y el Ártico, así como una parte de los que habitan la Patagonia muestran una mayor proporción de tipos virales únicos que sólo habitarían regiones con temperaturas menores a 2ºC (especialmente en Antártica) o 10ºC, con un alto grado de endemismo, comparados con los de regiones más cálidas que estarían adaptados a un rango más amplio de temperaturas.
Las adaptaciones genéticas observadas en estos virus de aguas frías incluyen cambios en la frecuencia de ciertos aminoácidos de sus proteínas, lo que les permitiría adaptar su estructura para funcionar eficazmente en condiciones más frías. Estas modificaciones no son comunes en virus que habitan en aguas cálidas, lo que subraya la especialización de estás entidades biológicas para sobrevivir en ambientes extremos.
En este contexto, el cambio climático, a través del calentamiento global está provocando un aumento en la temperatura de los océanos, lo que podría afectar negativamente a estos virus adaptados al frío, poniendo en riesgo esta biodiversidad única. A medida que los océanos se calientan, los hábitats que actualmente sostienen a estos virus podrían desaparecer, forzándolos a adaptarse nuevamente o a enfrentar una posible extinción.
La potencial pérdida de estos virus podría tener consecuencias significativas para los ecosistemas marinos fríos, ya que estos virus juegan un papel crucial en la regulación de las poblaciones microbianas y en los ciclos de nutrientes. Su desaparición podría, por tanto, alterar estos procesos, afectando la salud y el equilibrio de los ecosistemas marinos.
El estudio resalta la necesidad de entender mejor cómo estos virus como parte de las comunidades de microorganismos marinos están respondiendo al cambio climático. La protección de la biodiversidad en los océanos, especialmente en regiones polares, es fundamental para mantener la estabilidad de estos ecosistemas en un mundo en constante cambio.